La escuela de escalada del valle está orientada al sur, los inviernos fríos duerme por la mañana, pero se pasa todas las tardes inundada de luz y de calor, de sus huecos salen cientos de lagartijas que la llenan de vida ¡¡aquí hay diez grados más de diferencia!!, de sus 9 líneas ninguna supera el quinto grado y su cuerpo es de caliza gris. Es mi escuela preferida, donde todos empiezan y de la que todos se olvidan, ¡¡jamás conocerás a un escalador acrobático en su entorno!!...
La visito frecuentemente buscando recuperar los niveles normales de felicidad que bajan a mínimos en el llano, repito vías aunque nunca dos resultan iguales, unas veces subo inventando movimientos, descubriendo posturas, otras me propongo juegos, esta roca está impregnada de ilusiones y pintada de sueños, ¡¡una vez escale descalzo!!,,,, aquí se escala al sol, se siente la roca caliente, el corazón aumenta la presión y la alquimia fluye por todo el cuerpo, aquí uno es feliz.
No más de 100 metros separa la pared de un centro de Educación Ambiental infantil, caballos, tirolinas, gallinas, fantas y bocadillos, excursión y autobús. Un rocódromo infantil se levanta en el centro, en su punto más alto pusieron una campanilla. El silencio de la escalada a veces es interrumpido bruscamente por el tin tin tin!!! de la campanilla, una sonrisa de un niño y un sueño cumplido invaden el valle.
quiero miles de campanillas, las repartiré entre todos!!!!