En la parte de tiempo que ocupamos mientras estamos aquí, en este mundo vivo, cometemos terribles errores sociales, muchos podríamos calificarlos como afortunados pues de ellos aprenderemos sustancialmente, siendo más fructuoso el aprendizaje que lo perdido, pero en cambio, de otros fallos, aún sacando conclusiones muy relevantes, será más lo perdido que lo aprendido.
De unos de esos errores, de uno de esos tropiezos, de ese mal paso que di, aprendí con sangre a vivir cada segundo como si fuera el último, a valorar lo mínimo, a preguntar antes de decidir y a pensar por mi mismo.
Forma parte del juego, no eres nadie individualmente, un trocito de papel arrastrado por la brisa, una pieza sin encajar, un recipiente de un solo uso, como un vaso de cristal atascado con otro, uno de los dos se romperá al sacarlo.
Mañana salgo a correr por la montaña, me llevo una caja de parches de felicidad, un millón de motivaciones y una vida que rellenar.
La soledad asusta, inquieta y fortalece.