Correr por montaña es posiblemente de los deportes más exigentes que hoy están en alza, hay que tener una constancia abusiva para no perder lo que tanto cuesta ganar, y sobre todo una capacidad de superación extremadamente grande.
Casi siempre que salgo a correr voy pensando como he sido capaz de lograr hacerlo y sin embargo en otras cosas he fracasado rotundamente. Si correr me ha exigido tanto esfuerzo y tanta dedicación, ¿por qué no lo he hecho con otros aspectos de la vida?, aportando estos incluso más beneficio moral que machacarse las rodillas o vaciarse físicamente.
Es difícil de responder, de entender o de encontrar una respuesta coherente. Las relaciones entre personas son una carrera permanente, y no siempre se está en forma adecuada para afrontarlas.
En estos últimos días me encuentro en un momento de “chispa” física, hace unos días completé mis primeros 30 km corriendo en montaña en 3:42H, es increíble pero nunca he corrido en llano!!!, y ayer hice 24km en 2:59H, las dos veces sin pausa alguna y disfrutando como una animal suelto después de años de cautiverio. Si por casualidad me cruzara con mi profesor de gimnasia o mi teniente del ejército, creo que se quedarían en ese estado en que te paras y te frotas los ojos con los puños, ¿es posible? pero si es…..
Superarse cuesta mucho, luchar por lo que te gusta exige mucha concentración, conseguirlo necesita mucho tiempo, no solo hay que emplear el tiempo de la acción, es necesario visualizar la batalla días antes, planearla, concentrarse y estudiar las reacciones que debes de tener, hacer la lucha una y otra vez sentado en el sofá de casa, esto deberíamos hacer también con las relaciones de nuestros amigos, esforzarse por mantenerlas en forma, luchar continuamente por no perderlas, visualizar su exito y sobre todo esforzarse continuamente en superarse.
Correr por la montaña, libera el alma, nutre el corazón.
