Su forma se asemeja a un pequeño pueblo de montaña, tiene calles, una plaza, varios jardines y una torre. Todo esta caóticamente ordenado, organizado como si hubiera sido construido por el hombre.
Siempre que voy a escalar a la cresta lo hago en el pasillo, en la cara sur de la panocha, toda esta cara es una placa de quinto grado mantenido de conglomerado marrón, una mezcla diminutas patatas y pequeños cazos, como ya las he hecho muchas veces me las conozco bien, y quitando las primeras veces que me costo muchísimo, ahora simplemente me abandono al mero placer de escalar, siempre al SOL, siempre con calor.
Para subir al pasillo hay varios accesos, el principal, el más usado y mas cómodo es el sendero que sube por la izquierda, yo siempre lo hago por la derecha, por la parte que hay que escalar un tramo de tercer grado, con todo el equipo de solitario en dos mochilas, una delante con el material y otra detrás con la cuerda, ¡¡qué bonito el tercer grado cuando se hace con entusiasmo!!
Por este acceso se pasa por debajo de una pared de 35 mtrs, ligeramente desplomada y sin ninguna vía de menos de sexto grado, solo frecuentada por escaladores acrobáticos, siempre esta a la sombra al mediodía, ¡¡cuántos años parándome a tomar aire mirándola!!, ¡¡cuántas veces he soñado estar escalándola!!.
Siempre escalo desde abajo fijando la cuerda en el primer seguro y llevando el resto de la cuerda en la mochila. Hoy me he descolgado desde la cima, bajando al pie intentando no mirar la pared mientras lo hacía, no quería ningún favor, ¡¡me siento un intruso!!. Me he colocado el grigri (modificado), el microcender y las ganas de jugar. No había nadie, por eso me he aventurado en esta batalla, ¡¡que ganas tenia de hacerlo!!, no me gusta que me miren mientras escalo, no lo hago bien y me da vergüenza, voy a trompicones y sin armonia, pero al hacerlo solo la gente quiere ver, es curiosa.
No sabía que vía era, solo conozco esta pared de vista, de verla en algún libro, se que todas las vías aquí son de sexto grado y duras, casi nunca hay gente en esta parte ¡¡aun habiendo colas en las demás!!. He comenzado nervioso, volviendo la cabeza frecuentemente para comprobar que no había nadie abajo mirando, los primeros metros aunque están desplomados tienen buen agarre, que bonita es esta vía, que bien estoy escalando, ¿Cómo se llamará?. Una vez superada la primera parte la pared se vuelve lisa, con algún pequeño hueco donde apenas entraría un rotulador gordo ¡¡que util seria aqui uno de mis ganchos¡¡.
Al escalar con el grigri hay que ir pasando la cuerda, cosa que obliga a buscar el equilibrio a cada paso y poder sostenerse con una mano a la pared mientras se da cuerda con la otra, es incomodo pero te enseña y te obliga, algunos escaladores usan un pato y un roperman, ¡¡se despreocupan tanto de la cuerda!! ¡¡se olvidan del equilibrio!!.
Me ha costado mucho llegar arriba, 3 veces he tenido que probar un paso imposible, no había forma de llegar al agarre con solo dos puntas de los dedos en una pared desplomada y los pies sosteniéndose solo por la presión de los gemelos ¡¡admiro a los sextogradistas!!. Después de 40 minutos he conseguido salir, llegar arriba, con los brazos, los dedos y la mente agotada ¡¡Cuánto tiempo sin tener estas sensaciones!!, ¡¡he escalado una vía desconocida, solo con mi escaso nivel!!, ¡¡que vistas y que SOL aquí arriba!!
La tarde ha pasado rápida, la endorfina circulaba revoltosamente por mi cuerpo, todo era alegre, todo estaba bien, estaba contento ¡¡había escalado una vía nueva!! ¡¡había superado el miedo a probar algo nuevo!!.
El sexto grado es entretenido, te obliga, te enseña y te exprime, pero desconoce el romanticismo, no tiene apenas alquimia y no te permite saber donde estas. ¡¡Son tan brillantes y tan puras las escaladas de cuarto grado!!
¿y volveré? ¡¡oh si!!, ¡¡estoy seguro!!....¡¡que extraña necesidad!!